Antonio Machado a la poesía


¡Por qué cantáis la rosa, oh Poetas!

Hacedla florecer en el poema;

Sólo para nosotros

Viven todas las cosas bajo el Sol.

El poeta es un pequeño Dios.

viernes, 26 de octubre de 2012

Los juglares y su vida: notas curiosas


Durante el siglo XII en el sur de Francia comenzó a ponerse de moda un nuevo tipo de poesía. Eran obras escritas en provenzal o lengua de oc, la lengua de prestigio para la poesía durante el medievo y hablaban sobre todo del amor cortés, el cortejo que un caballero hacía a una dema de condición elevada, a menudo casada.  Sus autores, los trovadores, fueron célebres en las cortes francesas, ibéricas e itálicas, pues esta poesía se difundió rápidamente y llenó salones reales y de la nobleza.

Capitel románico con juglares
            Sin embargo, el éxito de la poesía provenzal se debió bastante a aquellos que la recitaban, los llamados juglares. El juglar recitaba de memoria, acompañándose de instrumentos como el laúd o la vihuela. Por lo general, eran textos breves, pero de notable complejidad, en los que tanto la melodía como la rítmica y la métrica le exigían poseer un talento y unos conocimientos especiales. Pero sus habilidades iban más allá de esto: cantaban, hacían malabarismos, adiestraban animales, bailaban…En su origen, la palabra juglar procede del latín joculator, derivado a su vez del latín jocus, “juego” por lo que se deduce que este oficio consistía en jugar, o en asegurar la distracción de su auditorio con cantos, danzas, acrobacias, mimos, romances, representaciones…Los juglares más afortunados frecuentaban cortes y palacios nobiliarios pero los había sin suerte que acababan yendo de plaza en plaza o castillo en castillo ganando poco más que el sustento.
            Los reyes y los grandes nobles medievales solían tener consigo juglares. En las cortes ibéricas gran parte de ellos eran musulmanes, y algunos judíos. Vestían ropas vistosas y se desplazaban con la corte cuando esta era itinerante, ofreciendo distracción durante estos viajes. En los grandes banquetes, los juglares amenizaban la comida y anunciaban los platos mediante pequeñas piezas dramáticas, juegos con fuego y malabares…En el día su función era entretener a su señor, por eso jugaban a los dados con ellos, cantaban, recitaban, tocaban o imitaban el canto de los pájaros.
            A pesar de todo esto, no solían gozar de muy buena reputación. En el siglo XIII incluso se les echó la culpa del declive de la poesía trovadoresca y eran considerados individuos pretenciosos y fastidiosos, ruidosos, malintencionados, pedigüeños, insolentes, vanidosos….La iglesia los condenaba por el contenido licencioso de algunas de sus estrofas.  Existían, por otro lado, juglares autónomos, agrupados en compañías. Se les contrataba en los municipios para trabajar en las fiestas y en las ferias, ofreciendo espectáculos de entretenimiento en las plazas, en iglesias o en procesiones. Solían acompañarse de animales adiestrados como osos y cabras y adoptaban nombres jocosos.
            Hubo escuelas de juglaría e incluso en algunas ciudades existieron barrios donde sus vecinos se dedicaban todos a este oficio. Además de entretener, difundían las noticias y divulgaban las historias clásicas. Los juglares constituían el telediario oral de aquellos tiempos.
    


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